- Francisco Rodríguez
- 15-Agosto-2011
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Especialistas señalan que los programas gubernamentales que se han puesto en marcha para disminuir la obesidad infantil han fracasado. Advierten que el mayor impedimento para que los niños bajen de peso está en casa, donde las familias poco hacen por cambiar de hábitos. Proponen impulsar terapias familiares.
Saltillo, Coahuila. La Organización Mundial de la Salud aseguró que la obesidad es ya una epidemia y México ocupa el primer lugar en el mundo en obesidad infantil. Coahuila, por su parte, es la entidad con mayores obesos en el país y por consecuencia también en niños. El fenómeno está colapsando el sistema de salud sin que nadie haga nada. De seguir esta tendencia, se necesitarán 150 mil millones de pesos anuales para atender las enfermedades que desencadena. Especialistas de Coahuila dan en la herida de esta pandemia que está devorando a los niños coahuilenses.
La pandemia esta aquí. Y las primeras señales las encuentra usted en cualquier hospital o centro de salud de la entidad: niños menores de 12, 13 años que ya padecen enfermedades de adultos como diabetes, hipertensión y enfermedades del corazón. Uno, dos, tres, cuatro… son cientos de miles; millones en el país.
Según registros de Salud Municipal en Torreón, cuatro de cada 10 niños de primaria tienen sobrepeso u obesidad. En el Hospital Universitario (HU), el 70 por ciento de los jóvenes que acuden ya padecen la enfermedad y de esos el 10 por ciento ya vive con diabetes. En el consultorio de la endocrinóloga pediatra, Elisa Cobos González, las visitas de niños obesos se ha incrementado en más de 100 por ciento en los últimos 10 años.
Estas estadísticas amenazan con arruinar el sistema de salud pública del país en corto tiempo. El Secretario de Salud, José Ángel Córdova, advirtió que de no revertir la obesidad en el país y reducir la incidencia de enfermedades crónicas relacionadas con esta pandemia, se deberá invertir más de 150 mil millones de pesos para enfrentar los problemas que generan, casi el total del presupuesto de la secretaría. La misma Secretaría calcula que son cuatro millones de niños menores de 11 años los que padecen sobrepeso en México. Cuatro millones son casi dos veces la población total en Coahuila. Son ejércitos de niños enfermos.
¿Cómo explicar a ese ejército que su sobrepeso es una enfermedad?
¿Cómo explicarle que es diabético y su esperanza de vida se reducirá, quizá, 15 años?
Todos los especialistas consultados por SEMANARIO coincidieron en que uno de los factores es el alto consumo de refresco, azúcares refi nados, harinas, carnes rojas, comida 'chatarra' y una gran lista de etcétera. Coincidieron también en que se repiten patrones: papá gordo, hijo gordo. Además, aprenden hábitos: si el papá come dos platos, el niño también lo hará; si nunca ve a sus padres hacer ejercicio, él normalmente no se ejercitará.
Gloria Ramírez, nutrióloga del Seguro Social y posgraduada en obesidad, lo explicó así: si uno de los papás es obeso, el hijo tendrá 40% de probabilidad de padecer la enfermedad. Si son los dos padres será el 80% y si ninguno cuenta con el problema, aún así tendrá un 20% de posibilidad. El cinco por ciento es de origen genético u hormonal.
Para Francisco Dorantes Monsiváis, director de Salud en Torreón, el sedentarismo es un fuerte causante de la obesidad. Según estudios, un niño mexicano pasa frente al televisor o la computadora un promedio de cuatro horas diarias. Aunado a esto, Dorantes consideró que cada vez existe menos supervisión de parte de los padres de familia, muchas veces, dijo, porque ambos tienen que trabajar.
Gerardo Olivo Espinoza, nutriólogo de Salud Municipal, añadió que muchos niños son obesos porque no hacen sus tres comidas. La mayoría se van a la escuela con un vaso de leche en la panza, regresan a casa con mucha hambre, comen mucho y por estar jugando no cenan, afi rmó. Eso, explicó el nutriólogo, trae como consecuencia que todo lo que se llevan al estómago lo tienen que reservar; lo que a su vez puede provocar una obesidad grado uno o dos, con anemia. Aída Vie Alférez, Jefa de Consulta de Especialidad General en el HU, aseguró que la sociedad ha adquirido los hábitos alimenticios de Estados Unidos mientras que las mamás, dijo, dan esa alimentación sólo por llenar el espacio del niño y así no den lata.
"Nosotros ya tenemos niños con diabetes tipo 2 en la consulta, niños con obesidad mórbida, que parecen michelines. Niños de 10 años que miden 1.35 y pesan 120 kilos", resaltó Vie Alférez.
Ana Margarita Garnier, terapeuta familiar del HU, entiende la problemática de obesidad como una situación asociada a una disfunción en la familia: violencia que genera ansiedad, por ejemplo, y la cual se resuelve de diferentes maneras, una de ellas comiendo.
Otro factor, mencionó la terapeuta, es cuando existe una madre sobreprotectora que en su afán de cuidado del hijo, lo vuelve inútil: "Tenemos estudiantes que la mamá quiere entrar al examen médico aún cuando van a entrar a la facultad. Se da mucho esa sobreprotección y tiene que ver con la concepción de la persona de que no puede, no sabe".
La sobreprotección provoca inseguridad y miedos que en muchas ocasiones se resuelve comiendo. La comida, aseguró Garnier, llega a fungir como un ansiolítico.
Problema de familia
Existe un caso de un niño que llegó al consultorio del nutriólogo Gerardo Olivo Espinoza. Su problema de obesidad era tan grave que ya roncaba como adulto, tenía refl ujo; padecía obesidad mórbida y lo poquito que comía lo devolvía. Fue un caso extraño pues lo tuvieron que intervenir quirúrgicamente cuando no es recomendable hacerlo en infantes. Tenía 12 años y pesaba más de 110 kilos.
¿Cómo llegó el niño a esos niveles?, le pregunté al nutriólogo. Veías a los papás y los veías igualitos, respondió. El nutriólogo Gerardo Olivo Espinoza ha atendido niños de 10, 12, 13 años con 115 kilos encima. Diabéticos, hipertensos y con problemas en las articulaciones. Sus padres arrastran los mismos padecimientos Por eso, concordaron los especialistas entrevistados, se debe tratar el problema en familia, en equipo, jamás de forma individual.
La endocrinóloga pediatra, Elisa Cobos González, se pregunta en qué momento las mamás ya no ven a sus hijos, pues aseguró que la problemática de ciertos niños cualquiera la diagnostica.
Para la especialista, los padres tienen que estar convencidos de que el hijo está enfermo, lo que en la mayoría de los casos, recalcó, no es así. Tanto que aún se mantiene la mala costumbre, que los padres suelen calmar los berrinches con alguna paleta, una galleta o un chocolate: "Por qué va a ser un premio el carbohidrato", se pregunta Cobos.
Existe renuencia. "Han de querer que mi hija se haga anémica", les reclaman. "En ocho años que trabajé en la clínica 46 del Seguro, no bajó ningún niño de peso porque sus familias no les dieron seguimiento", aseguró la nutrióloga Gloria Ramírez.
La nutrióloga Ramírez y la endocrinóloga Elisa Cobos realizaron un estudio en un colegio particular de Torreón, donde pesaron a mil 446 niños de kínder hasta secundaria. Encontraron que el 16.7% tenía sobrepeso y el 13.55% obesidad. Menos del 47% tenía un peso sano. Sin embargo, cuando ofrecieron los resultados a los papás, ninguno dijo nada. En otras escuelas les cerraron las puertas para hacer el mismo estudio o para dar pláticas. Nadie se acercó.
Los costos de la obesidad
Al Hospital Universitario de Torreón llegó un día un niño de 14 años cargando más de 120 kilos que se resumían en obesidad mórbida (la más severa). Acudió con sus papás para tratarse una varicela y se le complicó. Al niño, contó la Jefa de Consulta, Aída Vie, sus papás no le habían detectado diabetes y lo seguían alimentando de manera habitual. La varicela se complicó con una vasculitis (infl amación de los vasos sanguíneos) y el niño cayó en una septicemia (presencia de bacterias en la sangre). Murió.
A decir del doctor Francisco Dorantes, cuando un menor acarrea problemas de sobrepeso, puede generar hipogonadismo (testículos y ovarios no son funcionales) y deformidad. Hay cuadros severos: en Salud Municipal han llegado niños con problemas por deformidad en el esqueleto porque desde pequeños tuvieron sobrepeso y tardaron en caminar.
Gloria Ramírez, posgraduada en obesidad, también ha visto desfi lar en los últimos años niños con enfermedades típicas de adultos: con síntomas de hipertensión arterial, padecimientos óseos, síndromes metabólicos, colesterol alto, triglicéridos altos… "Qué sucede con los niños con colesterol alto, pues se van formando las placas de ateroma y sabemos que esto puede llevar a disminuir la luz de las arterias y puede haber una falla cardiovascular", explicó la nutrióloga.
La mayoría de los niños con obesidad tienen colesterol elevado, triglicéridos elevados, alteraciones en la glucosa en ayunas que es previo a una diabetes, diabetes, hipertensión y problemas con articulaciones.
La grasa, explicó la nutrióloga, hace que la glucosa no realice su función y la célula necesita glucosa, entonces manda una señala al cerebro y surge una resistencia. Otros signos de sobrepesos es cuando a los pequeños se les nota el cuello o las axilas negras y que no tienen nada que ver con el aseo personal.
Existen otros casos documentados de niñas menores de 12 años con pancreatitis. La nutrióloga Ramírez y la endocrinóloga Cobos se han topado incluso con problemas de hígado graso en niños. Niñas que han arribado con hiperinsulinimos (demasiada insulina en la sangre), triglicéridos que llegan hasta 600 cuando el normal debe ser de 150. "Es una cosa exagerada", remató Cobos. Cifras de la OMS revelan que en todo el mundo hay al menos 400 millones de adultos obesos, de los cuales el 80% padecen de hígado graso (no relacionado al alcohol). El 70% de los pacientes obesos en general, tienen hígado graso, según la nutrióloga Ramírez, lo que puede desencadenar una cirrosis.
La ley del mínimo esfuerzo
Los especialistas coincidieron en para buena parte de la sociedad, la obesidad no se considera una enfermedad. Hay ideas que califi - caron como erróneas: "Está en desarrollo, déjalo que coma"; "entre más gordito más sano"; "es un gordito simpático".
La frase "de algo he de morir", es el resumen de una conducta autodestructiva porque las personas no hacen nada por su salud, opinó la terapeuta del Universitario Ana Margarita Garnier.
Ejercen la ley del mínimo esfuerzo: "Es más práctico bajarte en el Oxxo y comprar el burrito, el pau-pau. Es cuestión de cultura. Dicen: 'Es que al niño no le gustan las verduras' y ya por eso le dan lo que ellos quieren", apuntó la endocrinóloga Elisa Cobos.
Para la especialista, el 90% de la responsabilidad está en casa. Pero nadie en el hogar, opinó, quiere ponerse en la mañana a hacer de desayunar. Incluso le han llegado casos de niños cuyos padres prefi rieron darle Metaboltonics, un producto del mercado que supuestamente auxilia en el tratamiento y reducción del peso.
Y hablando de bajar de peso, la nutrióloga Gloria Ramírez aseguró que las dietas en niños no son fáciles. Afi rmó que las tiene que hacer un especialista porque a los niños no se les debe dar medicamentos. "Los debe ver un endocrinólogo pediatra y un nutriólogo. No es solo llevarlo a cualquier lado y darles cualquier dieta. Es un sacrilegio. No podemos estar jugando a que el niño me baja, me sube", expuso.
Además, el niño no se puede poner a dieta porque no tiene la estabilidad de tomar decisiones de esta magnitud, tiene que ser una alimentación adecuada a nivel familiar, agregó el nutriólogo Gerardo Olivo.
Según éste nutrióloga, un paciente obeso de cero a siete años queda muy marcado para su adolescencia. Cuando pasa de esa edad con sobrepeso, ese niño, aseguró, va a estar pronosticado con un alto porcentaje para que a los 21 años mantenga la obesidad. El chiste, indicó, es revertir el problema en los primeros años, irse al preescolar porque después será más difícil hacer cambios.
Las consecuencias psicológicas
La obesidad también apunta a otro problema difícil de cuantifi car: los problemas psicológicos. Los niños con sobrepeso u obesos manifi estan sensación de rechazo; tienden a aislarse, a generar baja autoestima y son, en un futuro, generadores de violencia, según el director de Salud en Torreón, Francisco Dorantes.
"Un niño obeso que tú lo agredes, acumula tanto odio, se siente tan señalado que un día explotan y quizá terminen siendo los golpeadores. Si le mezclas eso con alguna adicción, es una bomba", expuso. "En la escuela los obesos mantienen baja autoestima, los empiezan estigmatizar.
Hay muchas consecuencias emocionales. Hay mucha depresión en las jovencitas, mucha ansiedad", aseguró la doctora Aída Vie del HU. La terapeuta Ana Margarita Garnier lo explicó desde otra perspectiva: "La depresión es una frustración que no puedes resolver y buscas una compensación y una es dejar de comer o comer en exceso. Siempre en la obesidad, casi siempre hay cuadros de depresión".
Es por eso que el obeso se trata en las clínicas como un dependiente, un adicto. "Si no soy aceptado por mi gordura dependo de eso y me siento frustrado, vivo un rechazo y no tengo por qué vivir aquí", contó Garnier sobre lo que dicen los pacientes.
Otros casos de depresión, que se podrían considerar extremos, son los que ha presenciado la nutrióloga Ramírez: pacientes anoréxicos o bulímicos que previamente habían tenido problemas de obesidad. Incluso, aseguró la especialista que son casos comunes.
Como comunes son las frases: "No estoy gordo, sólo tengo huesos anchos", "es un gordito feliz". "No hay gordos felices", aclaró la especialista Elisa Cobos. Siete de cada 10 niños que atiende con sobrepeso, muestran signos de depresión.
"Las niñas no se pueden poner los vestidos. No pueden jugar. Hay cambios de personalidad, andan tristes y luego eufóricos. Esto es una enfermedad y se les tiene que dar un plan nutricional y un plan de ejercicio y evaluarlos en seis meses, pero nadie da seguimiento, muchos menos los padres", comentó.
El negocio de la obesidad
México es el segundo país consumidor de refresco en el mundo. Según estimaciones de Euromonitor Internacional, en 2008 los mexicanos erogaron cerca de 186 mil millones de pesos en la compra de refrescos. Un mexicano consume aproximadamente 160 litros de refresco por año, lo que equivale a poco menos de medio litro al día. La industria nacional de refrescos representa al 10.5% del PIB del grupo de alimentos, bebidas y tabacos y al 0.6% del PIB nacional, según la Profeco. Según el artículo "La ruta de las bombas de azúcar" de la Revista del Consumidor de diciembre de 2009, un litro de refresco tiene 27 cubitos de azúcar: si los mexicanos tomamos cerca de medio litro de esta bebida diariamente, ingerimos alrededor de 14 cubos de azúcar por día.
Además, la publicidad atrapa a los niños. Un estudio del Poder del Consumidor en 2010, reveló que los niños mexicanos están expuestos a más de 12 mil anuncios de comida chatarra al año. El nutriólogo Gerardo Olivo explicó:
"Los niños desfogan su hiperactividad con la comida e incluso desarrollan sus cinco sentidos con los alimentos "chatarra": "Primero la vista, productos con dibujos, con colores, luego cuando los abres y se oyen las papas quebrándose; luego el sonido del 'crunch'; el tocarlas y chuparse los dedos. Se estimula el hipotálamo y provoca un deseo de comer. Aquella frase de que no puedes comer solo una te termina estimulando a que comas más". Según la endocrinóloga Elisa Cobos, la grasa de las papitas da más hambre.
Y ante esto han salido decenas de productos 'milagro' que aseguran ayudan a bajar de pesos a las personas o incluso que les quitan el hambre. Otros tantos establecimientos que te recetan una dieta. En los últimos seis años y medio, en Torreón, han abierto sus puertas 65 nuevos gimnasios o centros de acondicionamiento físico, según datos de Ventanilla Universal.
"Yo me puedo enriquecer de la obesidad. Les enseño a bajar pero luego rebotan y regresan. La comida es negocio. Todas las dietas sirven para bajar de peso, la cuestión es mantenerlo", comentó la nutrióloga Gloria Ramírez.
La endocrinóloga pediatra Elisa Cobos, contó que cuando llegan a su consultorio las madres de los niños, llegan pidiendo por la "pastilla maravillosa" que los bajará de peso o que les quitará el hambre. "Ni idea tienen de lo que están haciendo. Mucha gente no sé por qué va con otras personas que no es la adecuada para el control. La gente cree que bajar de peso cuesta mucho dinero pero cuesta menos de lo que la gente cree, cuesta más subir de peso", aseguró Cobos.
¿Es un negocio la obesidad?
Por supuesto. Van con el espíritu mágico con sutanita, menganita, con todas las mentiras que dicen en la televisión.
¿Las cirugías han aumentado?
Sí, no sabría decir qué tanto, pero es un hecho. Todos quieren acabar con la obesidad operando a la gente. No estamos acostumbrados a pagar por la obesidad. Cada vez más vemos niños de tres años con 20 kilos, niños menores de cinco años obesos. Una cirugía de la banda gástrica llega a costar hasta 100 mil pesos, una liposucción alrededor de 40 mil.
El sistema de salud se colapsará Si la cifra de casos de obesidad sigue en aumento como hasta ahora, sería necesario, afi rmó el Secretario de Salud José Ángel Córdova, dedicar todo el dinero para las enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y cáncer, que representan 70 por ciento de las muertes prematuras en el país. De siete a ocho por ciento son enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad, afi rmó el Secretario. También indicó que con cálculos de 2008, la obesidad cuesta 0.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y 13 por ciento del gasto total en ese rubro.
Los especialistas locales lo respaldan. Aída Vie Alférez, Jefa de Consulta de Especialidad General del Hospital Universitario, califi có el problema como "un escándalo, una pandemia" que está colapsando el sistema de salud mexicano. En dicho nosocomio que no depende de ninguna institución de gobierno, por lo menos se invierten dos millones de pesos al año en atender enfermedades relacionadas al sobrepeso, aseguró.
"El Seguro Social, el ISSSTE, Salubridad están colapsados y está tronado el servicio de medicina interna y más el de hemodiálisis", mencionó. La cuestión es que la hemodiálisis es la complicación más severa de un diabético: la insufi ciencia renal crónica, por lo que si un joven comienza con diabetes tipo dos, desde los 14 años, sus complicaciones las va a presentar más temprano, a los 30 años, y va a generar insufi ciencia renal. Una sesión de hemodiálisis cuesta alrededor de 12 mil pesos. Otra opción será es el trasplante renal. Actualmente el Seguro Social tiene 830 personas en lista de espera.
"La enfermedad va a sobrepasar al sistema de salud a nivel nacional por mucho, no es sólo cómo voy a manejar la obesidad, sino las consecuencias", lanzó la nutrióloga del IMSS, Gloria Ramírez.
¿Entonces no está preparado el Sistema de Salud en el país?
No, absolutamente no. El sistema de salud de cualquier país no está preparado para eso, es insostenible. ¿Cómo se tiene que revertir?
Se tiene que prevenir, educación, concientización. El IMSS lanza un programa para enseñarles a comer a los chicos.
¿Qué otras problemáticas veremos en el mediano plazo?
Vamos a tener un problema con la población productiva. Con los niños que ahora son obesos y que algún día tendrán que trabajar. Las compañías en los Estados Unidos están dando incentivos a sus empleados para que adelgacen. Aquí falta mucho.
¿Ve voluntad?
No hay deseos de hacerlo. El tratamiento siempre ha sido el mismo, desde épocas antiguas. Es un problema de educación.
Para Francisco Dorantes, de Salud Municipal, las escuelas, maestros y padres de familia se deben involucrar. "Si seguimos a este ritmo no va a haber presupuesto que nos alcance, no habrá centros hospitalarios para manejar los infartos, amputaciones, problemas de ceguera, de insufi ciencia renal".
"Mientras las familias, los maestros, las tienditas no se involucren no se va a poder hacer nada, así le pongan ácido fólico al refresco o hagan todo light, no va a pasar nada", resaltó el nutriólogo Gerardo Olivo. A partir del ciclo escolar 2011-2012, todos los productos que se venden dentro de las escuelas no deben contener más de 130 calorías por porción y no se deberá vender bebidas gaseosas.
Aún así, la endocrinóloga pediatra, Elisa Cobos, opinó que quitando toda la comida chatarra de las escuelas no se acabará el problema y que por lo multifactorial del fenómeno, se debe atacar de una manera multidisciplinaria porque los niños ya no regresan a las consultas.
¿Ha sido un fracaso lo que han tratado de hacer en las escuelas?
Es un fracaso rotundo. Esto es un problema muy grave.
Miguel Leopoldo Alvarado
Fundador y Presidente