La obesidad se vuelve epidemia también en países que sufren escasez
MADRID (El País).— En los países pobres ya no sólo se muere de hambre, sino también por comer demasiado.... En un planeta donde cada dos minutos la falta de comida mata a un niño, la obesidad evitable se está convirtiendo en una pandemia.
Desde diversos organismos internacionales se lanza una voz de alarma que advierte de que ya no se trata sólo de un problema sanitario de los países ricos, sino que también en los llamados emergentes el número de obesos aumenta sin freno.
Mientras alrededor de 300 millones de personas en el mundo sufren graves problemas de salud debido al excesivo sobrepeso, a otros 815 millones les pasa lo mismo pero por falta de alimento. Y lo peor es que muchas veces ambos grupos conviven dentro de las mismas fronteras.
El fenómeno se comienza a conocer como "la obesidad de la escasez". La obesidad afecta la esperanza de vida y su calidad; fatiga el sistema vascular y algunos órganos, lo que produce su deterioro prematuro. Hasta aquí el problema. El escándalo surge cuando esa obesidad aparece en personas que no deberían serlo y llegan hasta ello por lo que parece la aplicación sistemática de un régimen destinado a acortar su vida. Sobrealimentación y sedentarismo están en la base del fenómeno...
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), organismo de Naciones Unidas encargado de luchar contra el hambre, detectó a finales de los años noventa un alarmante aumento de personas con sobrepeso —que estrictamente no es obesidad pero sí el paso previo— en los países en vías en desarrollo, en los que hay zonas donde existe la subalimentación.
En China, en sólo tres años, el sobrepeso aumentó 15%, y en Brasil hasta 40%. El mismo fenómeno se repetía en los países del África subsahariana donde abunda el hambre. La FAO constató además que la enfermedad de la obesidad avanzaba a medida que aumentaba el nivel de ingresos: afectaba sobre todo a mujeres de zona urbanas y con formación escolar. Por el contrario, en lugares como Latinoamérica, las personas de clase acomodada son más delgadas que las de menores ingresos.
La FAO lo dice claro: lo primero es combatir el hambre en el mundo. Pero no por ello considera un riesgo menor el sobrepeso y la obesidad, que en algunas zonas como Oriente Próximo y el norte de África afecta al 50% de las mujeres.
Una de las razones que se apuntan para este desequilibrio no es sólo la introducción en los países emergentes de estilos de vida propios de los países desarrollados, sino también de alimentos producidos en estos últimos o según sus estándares: comidas sobresaturadas de grasas o azúcares con abundante empleo de otras sustancias como hormonas de crecimiento rápido, antibióticos o estabilizantes, colorantes y saborizantes. Todo ello además promocionado de manera avasalladora: la industria alimenticia gasta al año 40 mil millones de dólares en publicidad. Una cifra superior al total de los ingresos del 70% de los países del mundo y 500 veces más de la cantidad que todos los Estados juntos gastan en promover programas de dieta sana.
El Ministerio de Sanidad, que tiene que realizar ingentes esfuerzos para lograr que la atención primaria llegue a toda la población, se pregunta de dónde sacará recursos para hacer frente al estallido de diabetes que la Organización Mundial de la Salud augura en el planeta para 2020 por culpa del sobrepeso.
La receta contra esta situación es repetida una y otra vez desde todos los estratos académicos y gubernamentales: alimentación equilibrada sin abusar de grasa y azúcar, y ejercicio moderado.
--
AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
http://www.nutriologiaortomolecular.org/
http://www.seattlees.com/
MADRID (El País).— En los países pobres ya no sólo se muere de hambre, sino también por comer demasiado.... En un planeta donde cada dos minutos la falta de comida mata a un niño, la obesidad evitable se está convirtiendo en una pandemia.
Desde diversos organismos internacionales se lanza una voz de alarma que advierte de que ya no se trata sólo de un problema sanitario de los países ricos, sino que también en los llamados emergentes el número de obesos aumenta sin freno.
Mientras alrededor de 300 millones de personas en el mundo sufren graves problemas de salud debido al excesivo sobrepeso, a otros 815 millones les pasa lo mismo pero por falta de alimento. Y lo peor es que muchas veces ambos grupos conviven dentro de las mismas fronteras.
El fenómeno se comienza a conocer como "la obesidad de la escasez". La obesidad afecta la esperanza de vida y su calidad; fatiga el sistema vascular y algunos órganos, lo que produce su deterioro prematuro. Hasta aquí el problema. El escándalo surge cuando esa obesidad aparece en personas que no deberían serlo y llegan hasta ello por lo que parece la aplicación sistemática de un régimen destinado a acortar su vida. Sobrealimentación y sedentarismo están en la base del fenómeno...
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), organismo de Naciones Unidas encargado de luchar contra el hambre, detectó a finales de los años noventa un alarmante aumento de personas con sobrepeso —que estrictamente no es obesidad pero sí el paso previo— en los países en vías en desarrollo, en los que hay zonas donde existe la subalimentación.
En China, en sólo tres años, el sobrepeso aumentó 15%, y en Brasil hasta 40%. El mismo fenómeno se repetía en los países del África subsahariana donde abunda el hambre. La FAO constató además que la enfermedad de la obesidad avanzaba a medida que aumentaba el nivel de ingresos: afectaba sobre todo a mujeres de zona urbanas y con formación escolar. Por el contrario, en lugares como Latinoamérica, las personas de clase acomodada son más delgadas que las de menores ingresos.
La FAO lo dice claro: lo primero es combatir el hambre en el mundo. Pero no por ello considera un riesgo menor el sobrepeso y la obesidad, que en algunas zonas como Oriente Próximo y el norte de África afecta al 50% de las mujeres.
Una de las razones que se apuntan para este desequilibrio no es sólo la introducción en los países emergentes de estilos de vida propios de los países desarrollados, sino también de alimentos producidos en estos últimos o según sus estándares: comidas sobresaturadas de grasas o azúcares con abundante empleo de otras sustancias como hormonas de crecimiento rápido, antibióticos o estabilizantes, colorantes y saborizantes. Todo ello además promocionado de manera avasalladora: la industria alimenticia gasta al año 40 mil millones de dólares en publicidad. Una cifra superior al total de los ingresos del 70% de los países del mundo y 500 veces más de la cantidad que todos los Estados juntos gastan en promover programas de dieta sana.
El Ministerio de Sanidad, que tiene que realizar ingentes esfuerzos para lograr que la atención primaria llegue a toda la población, se pregunta de dónde sacará recursos para hacer frente al estallido de diabetes que la Organización Mundial de la Salud augura en el planeta para 2020 por culpa del sobrepeso.
La receta contra esta situación es repetida una y otra vez desde todos los estratos académicos y gubernamentales: alimentación equilibrada sin abusar de grasa y azúcar, y ejercicio moderado.
--
AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
http://www.nutriologiaortomolecular.org/
http://www.seattlees.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario