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Andreu Palau Oliver, nacido en Palma de Mallorca hace 55 años, es catedrático de Bioquímica y Biología celular de la Universidad de las Islas Baleares. Biólogo, se doctoró en la Universidad de Barcelona y actualmente preside el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Entre otros cargos de alcance continental, es, asimismo, vicepresidente del Panel Científico de Nutrición de la Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria. Mañana, martes, recibirá en Oviedo el premio internacional «Hipócrates» de investigación médica sobre nutrición humana que convoca la Fundación Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias.
-Usted preside el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
-Desde su creación, en el año 2003. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria es aún una institución joven. Responde a una demanda cada vez más creciente del consumidor español y del europeo en general en relación a la seguridad de los alimentos.
-¿Una policía de la nutrición?
-No es una labor de policía. No hacemos el seguimiento de los alimentos, no nos dedicamos al control inmediato de los temas de seguridad alimentaria, lo que hacemos es asesorar al Gobierno en las novedades que aparecen en relación a la alimentación y en los problemas que surgen a corto, medio y largo plazo en relación, claro, a la seguridad alimentaria. Asesoramos a los gestores, a los que llevan la acción directa en todos estos temas. Son problemas cada vez más basados en el consejo científico, de ahí nuestro papel.
-¿Qué es lo más novedoso en el campo de la nutrición y del control alimentario?
-Cuentan de una forma creciente los temas relacionados con los contaminantes, con los productos potencialmente contaminantes que sucesivamente van apareciendo en el mercado o que se logran detectar en la medida en que mejoran las técnicas de análisis. Por otro lado, destaca cada vez más lo relacionado con las nuevas demandas de los consumidores, especialmente el universo de las propiedades saludables de los alimentos.
-Suena a capricho de países ricos.
-El consumidor europeo que puede permitírselo cada vez pide más cosas a los alimentos, exige cada vez más aspectos positivos de los alimentos, no sólo que sirvan para saciar el hambre. Y en relación con todo eso están los nuevos conocimientos científicos sobre las propiedades saludables de los alimentos. Ciertamente, hay una práctica un poco descontrolada de anuncios, de publicidad, sobre determinadas propiedades de los alimentos, especialmente con propiedades curativas, que parece lo más problemático. Es una realidad cada vez más extendida y que constituye una materia de estudio a nivel europeo. No sólo son cuestionables los mensajes publicitarios que deslizan determinadas propiedades saludables, sino también el fundamento mismo de lo que se dice en esos anuncios.
-¿No es en buena medida un debate puramente terminológico?
-Bueno, en torno a la alimentación estaba claramente prohibido anunciar cualquier propiedad preventiva o curativa. Se mantienen esos criterios, pero se abre la puerta a abordar factores de riesgo en relación con componentes o alimentos. Es algo nuevo. Las industrias alimentarias van a dedicar más dinero a investigación porque para lanzar ciertos mensajes publicitarios sobre determinadas propiedades tradicionales o nuevas de los alimentos deberán demostrar científicamente que es así.
-La frontera con los fármacos es a veces difusa.
-Es así. Todo esto se mueve en la frontera entre la alimentación y las medicinas. Se conocen cada vez más propiedades nuevas que tienen que ver con la prevención de las enfermedades o con la mejora de la salud, así que estamos en una frontera. El ciudadano europeo puede pagar más por las novedades, y así la frontera se hace cada vez mayor.
-¿Somos lo que comemos, como a veces se dice?
-Somos lo que comemos en buena medida. Y lo somos desde las primeras etapas de nuestra vida, incluso en el seno materno. Los alimentos van marcando nuestra capacidad de desarrollo, y cada vez se sabe más de esos procesos. No es nada nuevo, de todos modos. Ya Hipócrates, hace más de dos mil años, decía que se puede sanar a un paciente con la alimentación. No es nuevo, aunque se están descubriendo nuevas propiedades, lo que abunda en la idea.
-Hipócrates sobre todo pretendía no hacer daño.
-Ya, estaba así reflejado entonces, así se veía.
-Por ejemplo, ¿el cáncer está relacionado con la alimentación?
-La tercera parte de los casos de cáncer tiene que ver con la alimentación. Si controlásemos todo lo que se come, tarea ciertamente muy difícil, se avanzaría mucho en la prevención del cáncer; en una enfermedad en la que, como se sabe, influye la alimentación, la comida, el estilo de vida y también factores genéticos. Algunas de las principales enfermedades de hoy en día -como la obesidad, la diabetes y los problemas autoinmunes- están muy relacionadas con la alimentación. Constituyen, por eso, el gran objetivo de las mejoras en alimentación. Hace treinta años, o aun más, hace cincuenta años, la clave, el objetivo, eran las carencias alimentarias, y por eso se trataba de asegurar la disponibilidad de los alimentos para todo el mundo y, en esa línea, que nadie tuviese déficit de vitaminas. Ahora, sin embargo, el objetivo principal son las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación.
-Cada cual, cada persona, es diferente.
-Es cierto, las respuestas varían de unas personas a otras, ya que hay condiciones genéticas variables, y cuenta, asimismo, la historia personal de cada individuo. Cada cual responde de forma diferente. Hay, de todos modos, pautas generales. Son los dos criterios extremos, porque, aun así, ante las recomendaciones generales, una parte de la población responde de forma contraria. Por eso nos aproximamos cada vez más a la alimentación individualizada, a la alimentación que se establece y se dirige de forma personalizada.
-Por primera vez en la historia de la humanidad, hay más obesos que hambrientos.
-Hay aproximadamente mil millones de personas con sobrepeso o con obesidad. Es un fenómeno general, pero se nota más en las sociedades que están más desarrolladas. Y es un fenómeno creciente. El número de obesos o con sobrepeso crece en EE UU y en Europa. Más de la mitad de los españoles tiene obesidad o sobrepeso. En la mayor parte de los países aumenta en niños y adolescentes, así que el problema será mayor más adelante, ya que empieza manifestándose en jóvenes, y eso dará una prevalencia mayor en el futuro. Somos el país de Europa con más niños obesos.
-¿Por qué?
-Las causas de la obesidad no las conocemos. Se relacionan con cambios en el estilo de vida de las personas, pero esa relación es general y superficial. Está en función de las pautas de educación y del ejercicio físico, pero en concreto y con precisión no conocemos lo que ocurre.
-En cualquier caso, si se come menos se adelgaza.
-Se puede adelgazar comiendo menos, pero el problema está en mantener el peso conseguido con ese adelgazamiento. Nuestro sistema de ajuste del peso está, como tal, algo desplazado en relación al ambiente, las dietas y los alimentos disponibles; por eso tendemos a ganar peso. Lo difícil no es perder peso, sino mantenerlo en cifras bajas. Para eso hay que hacer un gran esfuerzo en cuanto a la modificación de los hábitos personales, en cuanto a la alimentación. Es muy difícil lograrlo, porque la experiencia indica que la mayor parte de las pérdidas de peso se recupera en un par de años.
-Bueno, al menos tenemos un ministro de Sanidad, Bernat Soria, que sabe de qué va todo esto.
-Así es, no hace falta concienciar al Ministerio sobre estas cosas.
-Es un experto en diabetes.
-El aumento de casos de obesidad se relaciona con los casos de diabetes, ya que, en buena medida, éstos tienen su origen en excesos de peso.
-¿Cómo controlan los alimentos que vienen de fuera de la Unión Europea?
-La Unión Europea tiene un sistema muy riguroso de control de importación de alimentos. Se invierte mucho, aunque está claro que siempre se pueden colar algunas cosas.
-Y ¿los alimentos transgénicos?
-No son un problema de salud. Desde hace diez años, en que fueron autorizados en algunos países, nunca han creado el menor problema. Hay temores, algunas personas tienen temores, pero están infundados en cuanto a la seguridad de los transgénicos. Se evalúa cada caso en particular y no se autoriza su comercialización hasta una evaluación muy rigurosa. Otra cosa son los aspectos relacionados con la ecología y con el medio ambiente, que son más discutibles. Pero insisto, no presentan problemas diferentes a los de otros alimentos.
-Abaratan el precio de los alimentos.
-En Estados Unidos y su zona de influencia los transgénicos se están desarrollando de forma muy importante, puesto que dan mejores rendimientos. En Europa hay, sin embargo, una reacción en contra de esos alimentos, y prima la prudencia. Pero, desde el punto de vista de la salud alimentaria, los transgénicos no representan ningún problema, cuentan con una investigación que no tiene parangón en otros alimentos. Se controlan mucho más que otros alimentos.
-Los biocombustibles están encareciendo los alimentos porque restan espacio a los cultivos destinados a la nutrición.
-Se acumulan costes en el precio final de los alimentos por la participación de los intermediarios y por los controles que se establecen, y de ahí los mayores precios, pero eso beneficia poco al agricultor. Es una pena, ya que de los agricultores dependen el paisaje y otras muchas cosas muy importantes.
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