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Comer por el placer de hacerlo sin reparar en cantidades pero sí en el índice glucémico de los alimentos, esta es la base del método que defiende el dietista francés Michel Montignac en la lucha contra la obesidad, una empresa en la que la vuelta a la tradición culinaria supone la mejor baza.
Unas buenas legumbres, un poco de queso curado, los panes y los cereales integrales como se comían hace doscientos o trescientos años y una copa de buen vino, incluso un poco de chocolate, cuanto más negro mejor, son algunos de los alimentos que incluye en su dieta.Michel Montignac presentó hoy en Madrid su último libro 'La dieta Montignac' (Blume), un compendio de recetas que resumen la manera de llevar a la práctica sus ideas acompañadas de explicaciones teóricas.
Sopa atlántica, rollitos de bacalao fresco y jamón serrano, borchetas de pavo con hortalizas a la provenzal o mousse de frambuesa y chocolate son algunas de las sugerencias para mantenerse fiel a la dieta del índice glucémico.
Bajo este concepto, su creador propone, en contra de lo que exponen muchos nutricionistas, que el aumento de peso no se debe a la acumulación de calorías sino al índice glucémico.
Así las patatas y los garbanzos pueden tener un nivel de calorías similar, pero las primeras presentan una índice glucémico muy superior, lo que se traduce en un aumento de secreción de insulina que finalmente se transforma en grasas acumuladas en el organismo.
Por ello, Montignac defiende la vuelta a los orígenes alimentarios.
'Hace 200 años no existía el pan blanco y hace algo más el azúcar no se consumía en los hogares europeos, mientras en la actualidad el 95 por ciento de los alimentos que se consumen, sobre todo los sometidos a procesos industriales, presentan un índice glucémico muy elevado', defiende.
A su juicio, no se trata de comer menos sino de reajustar el sistema alimentario e introducir en la dieta alimentos con un bajo índice glucémico porque, subraya, 'la insulina es la clave del sobrepeso'.
Gran defensor del aceite de oliva, Montignac considera este producto 'el mejor regalo de los dioses' y sostiene que no engorda.
Como prueba recuerda que en la isla de Creta con un consumo cercano a los 21 litros de aceite de oliva por persona y año (en España es de 12 y en Francia de 1,5) la obesidad y la diabetes es muy baja.
Otro de sus productos favoritos es el jamón de Jabugo, por la presencia de grasas polisaturadas beneficiosas para la salud.
'En el Paleolítico no existían los accidentes cardiovasculares porque las grasas que se ingerían provenían de animales en libertad.
Las grasas dañinas aparecen con la estabulación de los animales', sostiene.
Sin embargo, resta importancia a la práctica de ejercicio físico como método de adelgazamiento. 'El ejercicio mejora el metabolismo, pero es falso que haga adelgazar a pesar del negocio que se ha montado alrededor de este tema'.
Montignac arremetió también contra los alimentos light, que a su juicio engordan porque se sustituyen la grasa por gúcidos y los alimentos infantiles, diseñados para que los bebés engorden, afirma.
También reconoció haber recibido alguna amenaza desde el lobby azucarero en Holanda porque, según explicó, en este país la difusión de su dieta redujo en consumo de azúcar en un veinticinco por cien, las patatas en un catorce por cien y aumentó el de legumbres en un veintidós por cien.
Las amenazas no duraron mucho tiempo, aseguró hoy Montignac, quien demostró que las supuestas coacciones no le hicieron rebajar el convencimiento en sus tesis para 'comer por placer y mantenerse delgado'.
Terra Actualidad - EFE |
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
www.nutriologiaortomolecular.org
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